SANTA FLORENTINA Y LA VIRGEN DEL VALLE

                                 

El 3 de octubre de 1610 tuvo lugar la traslación de las reliquias de San Fulgencio y Santa Florentina, patronos de la Diócesis de Plasencia, al mausoleo-relicario que el pueblo de Berzocana (Cáceres) levantó para albergarlo.

Con motivo del IV Centenario de este acontecimiento, el Papa Benedicto XVI ha concedido a la Diócesis de Plasencia la gracia de celebrar un Año Jubilar. El Año Jubilar Berzocaniego se celebra del 3 de octubre de 2009 al 26 de octubre de 2010.
                                                                       

ORIGEN DE LA IMAGEN DE LA VIRGEN DEL VALLE

Según cuenta la leyenda de Écija, en torno a los orígenes de la devoción a laVirgen del Valle, San Lucas talló una imagen de María Santísima que fue traída deOriente por el Papa San Gregorio Magno, quien la regaló a San Leandro, obispo de Sevilla, y muerto éste fue remitida por su hermano San Isidoro a San Fulgencio, obispo de Écija, que la donó a Santa Florentina, hermana de los tres, para que se le diera culto en el monasterio fundado por ella en Écija. Las religiosas comenzaron a invocarla con el nombre de Nuestra Señora del Valle, en clara alusión al entorno geográfico que ocupaba el convento en las afueras de la ciudad, a media milla de distancia de las puertas de la ciudad, en dirección a Palma del Río junto aEn sus deseos de perfeccionamiento y para ayudar a sus hermanas en religión pide a su hermano Leandro una regla de vida y éste la dedica su regla con el título de “Del desprecio del mundo y de la institución de las Vírgenes”. También a Isidoro le pide algo sobre los judíos e Isidoro la obsequia con “De la Fe Católica contra los Judíos”. Según sus hagiógrafos llegó a dirigir hasta 40 cenobios, siendo su centro el Monasterio de Santa Maria del Valle en Ecija. -P. Flores- Pero ante las grandes responsabilidades Santa Florentina necesitaba un consejero más cerca y lo tuvo en su hermano San Fulgencio, encargado de la Diócesis de Écija. Ambos estarían unidos ya hasta el fin de su vida. Santa Florentina muere en Écija en el año 633, a la edad de 83 años, y es trasladada después a la Iglesia de S. Vicente en Sevilla la ribera izquierda del Genil

LAS MÁRTIRES DEL VALLE

En el año 711, el caudillo bereber Tarik ben Ziyad avanza por el sur de España en persecución de los restos del ejército visigodo, vencido en la batalla del Guadalete, hasta llegar a la ciudad de Écija. La soldadesca sarracena, enterada de la existencia de esta comunidad de mujeres sin protección alguna, se dirigen al convento con intención de asaltado y satisfacer sus apetitos carnales con las religiosas. Las vírgenes de Santa Florentina, a fin de evitar una segura deshonra, se hirieron y desfiguraron sus rostros antes de huir del convento.
Irritados los agarenos, dieron alcance a las religiosas en las inmediaciones de la, hoy desaparecida, puentezuela del Valle, degollándolas a todas sin compadecerse de sus gemidos, por lo que desde entonces se ha venido en denominar al camino que enlazaba el monasterio con la ciudad con el nombre de Camino de las Vírgenes, alusivo al martirio de aquéllas, o del Aulladero.

MONASTERIO DE SANTA MARIA DEL VALLE.

Hasta mediados del siglo XIX permaneció en pie, aunque en estado ruinoso como más adelante comprobaremos, el Monasterio donde tuvo su morada la Virgen del Valle, Patrona de esta Ciudad. Muchas fueron las generaciones que no pudieron contemplarla en dicho edificio y sí en la Parroquia Mayor de Santa Cruz, donde quedó, tras la bendición de la capilla que, expresamente, fue construida para ella, en el año de 1929.

Con independencia de las publicaciones que sobre el desaparecido Monasterio se han realizado, todas de gran interés, las primeras noticias escritas que hablan de la existencia y descripción de dicho Monasterio, las encontramos en la publicación titulada: Historia de la Gloriosa Virgen Santa Florentina, hermana de San Leandro y San Isidoro, Arzobispos de Sevilla y de San Fulgencio, Obispo de Ecija; en que se replican muchas antigüedades de España y otras cosas de varia doctrina; con una genealogía cumplida de los Reyes de España traída desde antes de dicha santa hasta ahora, compuesta por el P. FRAY RODRIGO DE YEPES, Profeso y Predicador de San Jerónimo el Real de Madrid, publicada en el año de 1584.
Fue dicho autor conocedor sobrado del citado Monasterio, dado que en el estuvo como miembro de la Orden de los Jerónimos, siendo en los capítulo VI y VII de la citada obra, al escribir sobre De otros adminículos y fundamentos que hay, allende la tradición, para la verdad y certividad de esta historia y de De cómo además de la tradición y otros argumentos hay también escritura de estas cosas, cuando, con independencia de otras circunstancias relacionadas con Santa Florentina y concurrentes en el Monasterio, lo refiere de la siguiente forma:

“De haber vivido en este Monasterio Santa Florentina, con las demás religiosas, allende la tradición y sucesión de doctrina, hay grandes indicios y significaciones de la antigüedad, que toda la gente tiene muy bien sabidos, como es una torre antigua que aquí está en este Monasterio, que la llaman todos la torre de Santa Florentina y en medio del claustro hay vestigios y cimientos que parecen y dicen haber sido celdas de las religiosas que tuvo aquí Santa Florentina. Lo segundo es, que hay en esta Ciudad, un hospital y Cofradía antiquísima, que se dice de Santa Florentina y ninguno sabe de su primera institución y los cofrades de ella traen a esta casa y Monasterio de Nuestra Señora del Valle, con gran solemnidad y clerecía, la imagen de Santa Florentina, vestida con hábito de monja y hacen una fiesta de vísperas y misa y tienen sermón en que se tratan todas estas cosas, y digo que la traen como a reconocer su antigua habitación y morada, por el camino que tiene ello muy sabido, para que vea y reconozca los vestigios que han quedado de su morada y Monasterio y se alegre de verlos y diga :”Holgárame de ver mis reinos, donde yo serví a Jesucristo, a quien servir es reinar y donde tuve espiritual jurisdicción y reino en el gobierno de las doncellas que aquí vivían y desde las que regía desde aquí por toda España.” Y para traer aquí esta santa imagen de Santa Florentina, no tienen otro mandamiento y principio sino la tradición de sus padres y mayores que lo hacían así y porque está en esta casa el altar y la capilla de Santa Florentina, que antiguamente estaba todo en pie, aunque la capilla y sepultura antigua no se eche de ver tan claro como antes por el edificio de la nueva iglesia.
Otro sí vienen los cofrades mismos de Santa Florentina un día en cada una de las tres Pascuas del año, a decir una misa cantada en el altar de Santa Florentina por el mismo respecto.

Por todas las cuales consideraciones que habemos dicho, como se hubiesen dado provisiones en el Consejo real, para que en todas las ciudades se hiciese reducción de los hospitales a algún pequeño número, para que hubiese mejor hospitalidad y se hubiera de hacer también la reducción de los hospitales en esta Ciudad de Ecija el año de 1570, para que queden sólo tres o cuatro, en que hubiese mejor hospitalidad, Su Majestad el Rey D. Felipe, nuestro señor, que por su benignidad se quiso aposentar en este pequeño y pobre Monasterio de Nuestra Señora del Valle, pasando de camino a visitar su reino de Andalucía, a suplicación mía, que servía en aquella casa, mandó que el hospital antiguo de Santa Florentina no se redujese a alguno de los otros, sino que quedase por sí, como estaba, en la collación de Santiago, para que perpetuamente se conservase la memoria y repetición de tan célebre antigüedad de la santa imagen de la Santa Florentina, que ella y sus hermanos, los Arzobispos de Sevilla y Obispo de Ecija, son mucha gloria de los Reyes de España y pertenecen a su linaje. De todo lo cual se renueva la memoria en la solemnidad, fiesta y sermón que allí se hace, como ya se deja dicho.

También se confirma esta tradición y sucesión de doctrina, porque los niños en esta Ciudad y todos los que ahora viven, se destetaron con decirles la devoción de Nuestra Señora del Valle y de la santa imagen y de haber vivido aquí Santa Florentina y las santas vírgenes de su Monasterio y las abuelas decían a sus nietos que tuviesen devoción con el camino del Valle, que se dice el camino de las Vírgenes o del ahulladero, porque todo él, desde la Iglesia Mayor de Santa Cruz hasta el Monasterio, estuvo regado de sangre de las doncellas santas que aquí tuvo Santa Florentina y martirizaron los infieles, que fueron los herejes arrianos, o en tiempo de moros en la destrucción de España, como aconteció en Córdoba y aparece en el libro de San Eulogio.

Y en el camino hay un paso que se llama la puentezuela de las Vírgenes, que son como las estaciones que se hacían en el monte Calvario, por los pasos de la pasión del Señor y muchas personas devotas traen esta consideración por este camino. Y en la antigua puerta de Palma, de esta Ciudad, están unos mármoles que dicen se regaron con la sangre de las santas doncellas, cuando desde el Monasterio las iban martirizando los infieles. Y antiguamente los maestros de escuela, cuando despedían los niños, los enviaban por allí y besaban en los mármoles con gran devoción.

En confirmación de esto, hay memoria en esta Ciudad, de una mujer, que se decía María Alonso la calera o de la Cruz y aún viven los que la conocieron, la cual afirmaba que una mañana, antes de amanecer, que solía ella acudir al Monasterio todos los días, se le apareció una procesión de las vírgenes, con candelas encendidas y diéronle una de ellas, la cual guardó para la hora de la muerte. Y de esta manera, por reverencia de estas cosas y devoción de tan gran santuario, muchas personas vienen gran parte del camino desde la Ciudad descalzadas y otras arrastrando las rodillas por tierra hasta ver con sus ojos la Santa Imagen de la Madre de Dios y el lugar donde vivió la Santa Virgen Florentina con la santa compañía de doncellas mártires de Cristo y su capilla y sepultura. Hablo de esto no sólo por relación de otros, sino como testigo de vista, de dos años que residí en aquel santo Monasterio, donde consideré la singularísma devoción de la gente y el grandísimo concurso que hay de venir allí, especialmente a la misa del alba todos los sábados, que desde antes que amanezca está a la puerta mucha gente devota y con lágrimas y con gran confianza de hallar allí remedio y consuelo a sus trabajos y necesidades. Y lo mismo es en los viernes de Cuaresma, que poco menos que toda la Ciudad hace allí su estación y por todo el año entero, se echa de ver la misma devoción. Y especialmente quedé admirado de algunas mujeres pobres que trabajando y ganando de comer del sudor de sus manos e hilando al torno, no tenían otro cuidado sino el de ahorrar alguna limosna de su pobreza para hacer que se digan algunas misas en el altar de la Santa Imagen de la Madre de Dios y a esto vienen y a ponerse en su presencia y orar, con grandes ansias y amor de su corazón. En lo cual hacen gran ventaja a la gente rica y gruesa, que por sus pecados y con todas sus riquezas, en las cosas de devoción son tibios, en la limosna cortos y en la adoración de los santos secos e indevotos; teniendo ellos más necesidad de esto que los pobrecitos y humildes. Donde tiene lugar la compasión de San Agustín, en caso semejante, donde dice: “Los simples y sin letras se roban el cielo por humildad y devoción y los poderosos y letrados somos con nuestras letras y riquezas llevados al infierno.” Con todo lo cual que habemos dicho está bien ayudada y favorecida la tradición y sucesión de doctrina de los mayores, de la antigüedad y devoción de este Monasterio de esta Santa Imagen de Nuestra Señora, de la habitación que aquí hizo Santa Florentina con las monjas y antes doncellas mártires que aquí tuvo debajo de su regimiento, sin que sea necesario que de esto hubiese alguna escritura. Y quien de esto dudase, aunque no sea hereje, da muestra de que sabe poco de Dios y de los favores que hace a sus santos, para consuelo de sus fieles y de las vías y medios que tenemos para saber la doctrina y verdad. Y ninguno hay que esto lo pueda contradecir, ni tenga fundamento de dificultar sobre ello.

…Otro sí acerca de la antigüedad de la santa imagen de Nuestra Señora y de la gran devoción que la gente tiene en ella, es buen testimonio los muchos milagros que aquí han hecho, de lo cual me afirman haber un libro en los archivos de esta Ciudad de Ecija. Y es buena prueba de estos milagros los despojos de enfermos y cojos y cautivos que aquí por las paredes están colgados in significatione accepti beneficii “Agradeciendo a Nuestro Señor la merced que les hizo”. Y desde Turquía y Africa se encomiendan a Nuestra Señora del Valle, para que los libre del cautiverio y traen aquí los grillos y cadenas de sus prisiones, a ofrecerlos a Nuestra Señora que los libró de la prisión. Y estando yo en el dicho Monasterio, vino allí un hombre que había estado cautivo en Marruecos y fue libre y se huyó con el favor de Nuestra Señora del Valle de Ecija y se vino allí a servir de gracia en el Monasterio, es decir, sin salario alguno. Hay también en el camino, entre la ciudad de Ecija y el Monasterio, una Ermita y debajo de ella una fuente, que allí apareció por milagro y la llaman la fuente de Nuestra Señora; acuden a ella por agua para los enfermos y es una de las estaciones donde hacen oración en aquel camino, regado con la sangre de las vírgenes mártires. Muestranlo todo esto los vecinos de esta Ciudad y los moradores de los pueblos comarcanos, en las velas ordinarias que allí vienen a hacer, donde suelen pesar a trigo sus hijos pequeñuelos, allí en la iglesia. Con esto y con decir algunas misas en aquel Santuario, vuelven con grandísimo consuelo y alivio de sus trabajos, porque tienen a Nuestra Señora del Valle de este Monasterio, en que vivió Santa Florentina, por refugio y patrocinio de toda la provincia de Andalucía, como lo es Nuestra Señora de Montserrat en Cataluña, Nuestra Señora de Loreto en Italia y Nuestra Señora de Guadalupe en Castilla, y como lo eran aquellas ciudades de refugio, de que habla el Testamento viejo, donde se amparan los que se veían apretados y en necesidad de favor.

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